TESTIMONIO DE UN TIPO NADIE
El profeta
Tiene el don.
Un día sintió el llamado
Se dio cuenta que el vecino cambiaba el coche
Y tenía mujeres de repuesto
Investigó sus hábitos
Supo que chupaba de los otros
Era un orador encanfinado
Se ayudaba un poco con la coca
Pero siempre aumentaba sus reservas.
El profeta tiene el don
Que es lo mismo que una marca.
Hace años empezó a acompañar a su vecino
Empezó a congregarse por las noches
Y duró para entender varias semanas.
Había que integrarse con los otros
Dobló cabeza
Dobló rodilla
Aflojó un poco billetera
Y aprendió el método de lenguas
Y fue amigo inquebrantable del vecino ese pastor
Nariz blanca saltarín y carismático.
Cuando saltó el bochinche
Cuando circularon fotos de las faltas
Se derramaron lágrimas del pueblo
Y saltaron conflictos de cama superpuestos
El predicador tuvo que irse
Decidió volver a empezar por zona norte
Vendió todo lo que pudo antes de irse.
El profeta supo apoderarse del micrófono
Incluso supo apoderarse de algún cuerpo
Poco a poco fue acumulando patrimonio
Y el poder de dios le estaba cerca.
Repitió la historia de su amigo
Acumuló el diezmo
Metió la mano en las ofrendas y en las faldas
más confusas
Compró confites con la ofrenda pero
Sobre todo esperaba los milagros.
Sabía que la gente convulsiona o sana por histeria
Entonces hacía alarde de sus mañas
Llevaba la masa hasta la euforia
Luego ponía las manos en la gente
Con las garras sacudía el cráneo del enfermo
Y le daba un empujón
Convulsionaba
Y daba inicio la danza de los tristes
Que antes no sabían expresarse
Movimientos automáticos
Palabras enredadas como un eco
Repetidas aprendidas por la fiebre
Porque no tener un don es quedar fuera.
Eso no importa.
El asunto es que el profeta esperaba el don y ya
lo tiene:
Puede tomar un poco de dinero y convertirlo en
un Ferrari, por ejemplo.
No me digan que es sagrado.
Tiene cierto afecto por los lujos.
Hace tiempo se olvidó de los milagros.
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