domingo, 6 de diciembre de 2020

ANÓNIMOS


La gente que no existe
Que pide permiso a cada rato
Para no molestar a nadie
Tiene miedo de la lengua del vecindario
Cree existir ante el espejo
Y sabe maquillarse las ojeras
Esconde su tristeza
Siente vacíos que le tragan
Traga consejos de los otros
Y que dirijan su vida los prejuicios.
Gente sembrada como un árbol en medio del asfalto
A la merced de todos y molesta
Expuesta al sol a la llovizna y a los brutos
Que marcan con cuchillos su corteza
Para registrar su nombre a rayas secas
La gente que no existe no sabe liberarse
El mismo coche le quebrará las piernas
Sabrá repetir los accidentes
Porque carece de nociones de futuro
Como el perro que salta en el vacío
La gente que no existe 
Puede tener todo o tener nada
-no es nada más cosa de pobreza-
Es que no cuentan para nadie
La gente que les conoce les rehúye
Pues parecen más fantasmas que presencias
Y es imposible el diálogo con muertos
Las almas tristes se quedan atrapadas 
En un intervalo de horror y negaciones
Así que si lo intentas fracasas
Ellas no te escuchan por el vidrio
Ellas están viviendo su tormenta
Cien veces los mismos episodios
Acaso se aferran a milagros
A todos los relatos de obediencia
Parecen una estampa religiosa
De 5 x 6 pulgadas para repisa
Que se llena de polvo y nadie limpia
A menos que vengan visitas anunciadas
La gente que no existe
La gente que no existe
Gente que no decide 
Gente que obedece
Gente sin pulso sin historia

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