viernes, 6 de noviembre de 2020

RASTROS


Todos estaban muertos 
Calabaza
En lugar de ojos bolas negras de billar
El cabello eran hilos de araña platinos
El abanico del techo oscilaba como un bote
Las tablillas celestes de la vieja casa con grafitis
Una servilleta con rouge y una moneda de plata
La calabaza con un tajo en la sien supermadura
Un avioncillo de papel en la vidriera
Un calendario de los cuarenta rasgado e incompleto
En las paredes botellas en las botellas arañas
Sus contenidos son azúcar renegrida
El menú era hecho cada día
Con escritura hermética con sonidos de ultratumba
Ni siquiera un café frío o un cangrejo
Una talla de yeso a trazos gruesos
Un lagarto una planta de cacao
Bajo el mostrador una guerra de imanes frecuente
Unos candados que no protegen las maquinarias de la lluvia
Las barandas las barandas carcomidas pintadas de nuevo carcomidas
En un banco un kétchup seco y pegajoso
La santa cena no tiene comensales
Una bola de fútbol en la mesa sobre un azafate de madera
Algunas manchas sobre manchas en el piso
Las huellas de una lluvia que ha secado
Todos los aromas se acabaron
Imagina ese espacio por las noches
Sin una lámpara jamás sin calabaza ni cuerdas de guitarra
Poco a poco los techos van cediendo
La intemperie siempre triunfa
Lo único que miras: sedimentos
Esas pastas que arrancas con las uñas
Y cuesta un montón reconocerlos
Para en las casas viejas a menudo
Algunas cosas jamás se recuperan
Pasa en las casas viejas a menudo
Lo mismo que ocurre en la memoria.

 


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