DE ENTES DESTRUCTIVOS
Un elefante en una tienda de cristalería
No tiene porqué respetar las convenciones
No se preocupa del precio de las cosas
No admira las líneas artesanas
No detecta las huellas de la historia
Nada entiende de piezas delicadas
Ni buscará un tratado que lo eduque
Es posible que se sienta sofocado
Confundido por la superposición de cajas de madera
Y se admire por cosas más sencillas
Como el uso de la paja para aislante.
Lo digo porque tengo mucho de elefante
Cierto tamaño y peso y problemas de motora
Para cambiar una bombilla rompo cinco
Y nada entiendo del uso de las cosas
Me consterna la gente aglomerada
Cierta tendencia al glamour medio informado
Y la idea de clases me abochorna.
Pienso que si soy ese elefante
Me traería al suelo los cajones
Volarían en trizas las arañas los faros decorativos
Las tacitas de verde porcelana
Los perros de cristal azul tan irreales
Y los dependientes tirarían de sus mechas
Mientras yo rompía el portón de la bodega
No es que sea irreverente o violento
Se equivocan
Es culpa de las maestras de mi infancia
Que me cerraron la puerta del kínder viejas brutas
Que me consideraron un tanto mamulón
Y me quedé con las manos inútiles
Como si tuviese en cada dedo una manopla
Incapaz de caminar sin botar algo
Con cierta tendencia por dejar caer
Cualquier objeto delicado que me ronde
Los elefantes no rompen todo por venganza
Creo que nos pasa lo mismo
No cabemos en el mismo espacio que los otros
Es que no comprendemos mucho de lo humano
Y nos interesa más esa bodega
Con su olor a paja y a madera
Que tiene algo de bosque primitivo
Que todas las expresiones de belleza
Si son tan frágiles que rompen
Apenas con la primera cercanía.
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