BOCETOS SUELTOS DE 3553 (1)
Por respeto —y
por seguridad— de la agente alias Roxana, no voy a usar su apelativo sino lo
necesario. Cuando sea necesario, la haré 3553 aunque no hay tantos espías en
esta área (quizá, doscientos a lo mucho). Ocurre que 35 es la edad que tenía el
personaje a la hora de su muerte y tengo cierta vocación por la cifra capicúa y
el palíndromo.
Ya me fui de
boca contando de más. Suele pasar que la gente no le gusta leer vidas de
muertos, a menos que sean bandoleros, santos o políticos.
¿Acaso no es
lo mismo —tres en uno— el personaje éste que tiene dos o más vidas, de las
cuales ninguna le pertenece?
Cosa de ocho
o diez años atrás (esta novela no es para esclavos del calendario, ¿capisce?
—Te aviso que
me mudo a fin de mes. Puedes ir buscando nueva roomie.
—Y ahora, ¿qué
putas te pasa?
—Me voy del
país. Quiero ser aeromoza.
—Cuando pases
por acá, necesitarás donde quedarte— réplica de su compañera de piso, Carola.
—Tengo amigos-
Alguno de ellos me recibe.
—No lo dudo—
el tono de la mujer es ligeramente morboso.
Roxana, que
para su compañera no se llama así, pues desconoce su oficio saca un vapeador y
mira por el ventanal hacia abajo: está lloviendo mucho.
—Reconozco
que este lugar es acogedor y más cuando hay aguacero tupido.
Es claro que
le hemos bajado decibeles a la lluvia para hacer posibles los diálogos (en la
literatura, los efectos especiales no tienen límite).
—¿Estás sin
plata?
—No. En
serio, quiero cambiar de rumbo y ya me estoy capacitando para andar en las
nubes. Sería tonto gastar pesos en vivienda si nunca voy a estar o alguien
puede alojarme. ¿Tenés una poca de esencia de vainilla?
—Creí que
desconfiabas de todo el mundo— Caro le lanza una botellita que hace unos
cuantos malabares aéreos antes de caer sobre el sofá.
—Bueno, tengo
un noviecillo.
—¡Qué
guardado te lo tenías! Y el tipo, ¿qué?, ¿cómo se llama?, ¿qué oficio tiene?
—No jodas, se
dice el santo y no los milagros. Es un chavalo casado, así que tranqui. Solamente
te cuento que tiene un aparta desocupado en el octavo nivel de una torre. Un
lugar muy seguro. Yo sólo converso con el vecinito, Michel. Cuando mi novio me
habló de él, me aseguró que se llama Gru. “Es extranjero, pensé”, pero el nene
tenía esa pinta de los nenes de ocho años víctimas acostumbradas del bullying
por cargarse un estereotipo de perdedores: gordillo, enano, con una voz nasal
molesta.
Tarde un par
de semanas para entender que era una alusión al villanillo de las pelis
animadas. Es que nunca las veo ni me interesa hacerlo.
—Cabrona que
no aprendés Luego del italiano que te moreteaba los ojos, otro roco viejo. Tras
de ello, te trata como tonta…Mirá, vos. No me anotés como número de emergencia.
La que no es
Roxana, sino la real, piensa que los maltratos son gajes del oficio pues es
normal que tarde o temprano a cualquier espía le partan el hocico o le peguen
un plomo. Claro, hay minucias que a nadie se cuentan porque entonces no servís
para el agente o se te acaba la cuerda ayer.
Además, qué
ganas va a tener de quedarse a hablar mierda cuando lo que le urge es ir a
tragar pastillitas porque eso le mantiene el ánimo a tope y solamente así es
posiblemente sostener ese castillo de mentiras que le toca vivir?
“No hay que
irse de la lengua, Rox”, se dice y de un brinco se pone de pie y se desplaza
ágil para encerrarse en su habitación con el noticiero de la tevé puesto a sesenta
decibeles.
Entretanto,
llena libretillas con taquigrafía, las cuales han de contener sus reportes o su
memoria.Descarga algunos audios y fotos en su laptop y casi adivino que los
envía de inmediato. O quizá los preselecciona, igual que lo haría un jugador de
póker avezado en busca de ser discreto hasta que llegue el mejor momento.
Me niego a
cambiar el párrafo anterior, a pesar de que contiene una exageración de
incertidumbres. Porque vaya a saber uno, qué diablos quiere el personaje más allá
de lo evidente—porque quién putas que se ponga a escribir una novela tiene y
quiere—para espiar a fondo al personaje— aprender sobre codificación,
encriptación y demás complicaciones que han sido siempre un detonador para la
calvicie de las cejas.