martes, 24 de junio de 2025

CONFESIÓN DEL PODER INMUNDO- POESÍA

CONFESIÓN DEL PODER INMUNDO

 

Para matar o no matar civiles

Hay que hacer cálculos severos

Se suman dividen y restan factores

Casi todos en orden aleatorio menos dos

El primero que se resta es el amor humano

También se considera el rendimiento de las acciones

Y cuánto desprestigio se genera

A nadie le importan los costos militares

Si son más altos más ganancia

Es la ventaja de ser juez y parte del problema

Imagínate que mis corporaciones van en quiebra

Pero le vendo al Ejecutivo tres ojivas

Aunque con una sola alcanzaría

Para arruinar por generaciones muchos pueblos

Es un factor de caja chica

Ayer en quiebra hoy solvente

 Y tal vez

He tomado decisiones malthusianas

Cuando venga la paz voy a pasar factura

El perdedor pone los muertos el cáncer la tragedia

Yo pongo mi cuenta bancaria gorda como el ego

Me equivoqué dije que para matar civiles

Necesitaba cálculos severos

Y lo único cierto es que me basta

Con andar buscando más  dinero


domingo, 22 de junio de 2025

HEN QUEEN- POESÍA

HEN QUEEN


Nadie puede explicarnos esto

Nadie puede resolver este puzzle

De carne tripas y huesos y vasijas rotas

Da lo mismo si niños hombres mujeres o viejos

Nadie podrá reconstruirlos

Ni justificar la orfandad de los insectos

En un lugar que huele a pólvora y a muerte

Nadie debe validar tanta mentira

Hay que saber que el que mata es la basura

Y no aquellos que quieren a los suyos

No sometidos a la vergüenza de una jaula

Aquí todo es fuego y hambre y asesinos estratégicos

Que oprimen un botón a la distancia

Aquí nadie va a llorar por nadie nunca

Porque el dinero vale tanto más que la esperanza

Hay una gallina gobernando el Capitolio

Pide que no quede en pie ni un caminante

Gana millones en la bolsa si alguien muere

Aunque da mil alaridos es cobarde

 


jueves, 19 de junio de 2025

El desdoblamiento de la editora —fragmento que se incorpora a futura edición de La trama del camaleón , novela

EL DESDOBLAMIENTO DE LA EDITORA PETRA ROMERO O LA POSESIÓN DE UN PERSONAJE SECUNDARIO

 

A ver, todos sabemos que los fantasmas no hablan, pero yo no me voy a quedar con las palabras en la mortaja.  Me parece increíble que esos mendigos de Comas Negras publiquen una novela cercenada, incompleta. Ud. la lee y puede que le guste, pero no cierra.  Y es porque falto yo, que estoy en el texto, pero como una sombra que cruza la narración y no tiene palabra.

Me dicen ustedes que son una editorial de izquierda, pero que se están acomodando porque se les murió el líder. A mí, ¿me importa eso? Yo no necesito teoría del porqué maduran las calabazas o que me digan que yo era un buen tipo al que la suerte puso en el lugar equivocado.

Claro que yo recorría las calles de Artificio todo el día:  desde bares hasta bufetes y el Congreso de los Diputados.  En todas partes, tuve clientes a los que vendía hasta fiado.  Unos cuantos me amarraron el perro alguna vez y entonces no volvimos ni a darnos el saludo, pero yo puedo decir que nunca hablé mal de ellos o di nombres a terceros.

Verá usted, es difícil tener gente alrededor y no enterarse de algo, casi siempre peligroso. De hecho, la gente que suele saltarse las reglas o moverse en lo clandestino, suele tener mejor status pues se agencia algunos dineros no declarables.

Uno aprende a ver y a callar por comodidad y porque tiene familia. Dejé viuda y tres hijos, bien lo saben.

He trabajado en otras cosas.  De joven ayudaba en el taller mecánico de mi hermano, en barrio El Recuerdo. No ganaba bien y me pasaban muchos accidentes:  alguna mano rota, la ropa andrajosa y el cuerpo adolorido de estar contra el suelo bajo los coches.

Entonces, cuando logré terminar el tercer año, trabajé de camillero. Me iba bien, pero no me gustaba ver tanta gente en condición límite. Perdí el sueño por semanas, llegué a tener crisis nerviosas en la hora del café y mi jefe se dio cuenta que andaba mal.

Estaba interino y no me renovaron el nombramiento.

Pasé meses haciendo camarones para ganarme el pan. No sabía nada de mantenimiento, pero aprendí echando a perder y ahorrando lo que pudiese porque casi nunca salían oportunidades.

Me enteré que el Estado daba concesiones de lotería a gente con problemas económicos:  no pagaba mucho, pero ese porcentual de ventas alcanzaba para sacar adelante a una familia de pocas aspiraciones. Además, en esa época, cómo se consideraba que los juegos de azar tenían la finalidad de financiar programas sociales no teníamos competencia.

Trabajar toda la semana, menos los miércoles porque los sorteos eran martes, viernes y domingo. Algunos compañeros optan por semáforos y por las orillas del supermercado, yo decidí que no pues saqué cuentas y concluí que a ellos —los que no caminan la ciudad— los controlan con facilidad y los asaltan con mayor frecuencia.

Vendí seis veces el mayor, pero nunca vi una retribución, una propina. Y yo no soy de pedir, aunque mis colegas me carboneaban para que cobrase mi diez por ciento. ¿Y si perdía ese cliente? Creo que los chavalos me atosigaban para joderme, nada más.

Y caminar es, de por sí, un lujo mayor.  De otra forma no te enteras de lo que ocurre, si no es a tus orillas. En cambio, el que transita pellizca el rumor acá y allá de mil formas y hasta logra entender porque une informaciones cosas de la realidad que la gente considera ordinarias.

Por ejemplo, ese hijueputa TLC que el escritor del libro dijo que trataría y no hizo. La trama, sin lo que voy a decir respecto al tema, es como un té de calcetín sin la bolsita de té. Parece omitir adrede todos los daños que nos dejó una apertura comercial obligada y sucia pues nos hizo ganadores futuros de una BMW, pero vendiendo hasta la bicicleta del presente. Hubo sectores sacrificados desde mucho antes pues los programas de ajustes estructural que decían preparar el país para la competitividad cercenaron el gasto social muchas veces y dejaron en la calle y sin oficio a miles de trabajadores que, primero, intentaron emprendimientos tipo bares, bazares, talleres y que cuando les vino la quiebra se convirtieron en transportistas piratas, vendedores de cachivaches informales o cadeneros.

Yo pienso que hay militancias mediocres que se usan nada más para vender.  Es lo mismo que cuando compras una crema dental que te dice dejar los dientes blancos, pero se olvida de combatir la caries.

Son intelectuales de pose. No se atreven a hablar de aquello que puede quemar. Prefieren andarse por las ramas y optan por la anécdota y la malicia, pero casi que diluyen la culpabilidad de los que han puesto el mundo patas arriba.

Eso ocurre cuando le cambias el nombre el actor de un acontecimiento para que no te demande, o cuando le pones un apelativo ridículo para darle naturaleza de farsa a la obra.  También es entendible que si el escritor es un muerto de hambre que no tiene ni para pagarse un ramo de flores en su funeral, sea lo convenientemente discreto como para que nadie lo tome en cuenta, ni siquiera el aludido.

Todo esto diluye la potencia de los textos y es la norma. Publicar un libro no implica libertad: la más de las veces es sencillamente un acto de fanfarronería que ejerce un tipo que ha optado por coserse la lengua porque es timorato.

Si le digo todo esto, es porque usted va a hacer una edición nueva de la puta novela y no me va a dejar tan imbécil como el puerquito de navidad, bicho que es el personaje central de las fiestas, pero solamente como platillo mayor.

Todo este proceso del libre comercio que uno apechuga porque le toca no implica beneficios directos, sino para una élite que siempre nos vende. No hay un partido que represente al pueblo y haga verdadera resistencia a una agenda que lleva el apoyo de Washington. Entonces, la vida se nos hace más difícil:  vea lo imposible que es conseguir una cita médica en la salud pública y mire el precio de la educación privada.

Ambos sectores se deterioraron en esas épocas y ahora agonizan.  La segunda reforma de salud derivó la atención del nivel primario de salud hasta el sistema hospitalario, pero quedó pendiente el traslado presupuestario:  lo que conservó el ministerio fue la rectoría, que es algo así como la potestad de lanzar la perorata mediática cuando convenga bajarle el piso a los empleados públicos, a quienes que se ha hecho visibilizar como enemigos de la sociedad y simples parásitos del Estado.

No me diga, doña Petra, que poner tan simples evidencias le pondría en problemas pues tiene compromisos.  Que las becas no van a llegar si se suelta de la lengua, no es cierto.  No se preocupe, en las instituciones públicas nadie lee estas carajadas y si usted le pone en créditos un agradecimiento al presidente por su amor a las artes, ya con eso está todo hecho.

Su oficina es muy oscura, ¿sabe usted?  También años antes del Tratado de Libre Comercio con Waspasia, ya la tenencia de la tierra era una burbuja. No tanto como ahora, pero es porque nadie ha querido resolverlo y solamente ahora tantos años después de mi muerte — y a que logro escaparme del infierno, gracias a un favor que le hice a su predecesor, Lucas— veo que no tiene remedio. Aquí no se hubiese hablado de gentrificación si no es porque los movimientos sociales de Barcelona empezaron a meter el dedo en la llaga sobre el problema que trae en la sociedad el poder de compra de personas con mayor nivel de vida: a la larga, provocan la expulsión de los habitantes originarios pues los barrios se vuelven exclusivos y la oferta comercial se condiciona a las nuevas billeteras, más poderosas.

Acá se mercadea lo contrario:  el turismo como herramienta de desarrollo es inofensiva y genera empleo.  Lo que se oculta es el listado de carencias que termina en precarización obrera y monopolios de tierras que alguna vez fueron de la comunidad.

Eso debiese haber estado en la novela, pero siga usted acudiendo a palabristas obtusos que no tienen puta idea de lo que pasa en la calle. Repito, hay que caminar la ciudad, preguntarse por ejemplo por el montón de indigentes, por los miles de trabajadores precarizados merced a la no obtención de un título de bachillerato a pesar de ganar la educación diversificada. Habría que preguntarse demasiadas cosas de esa época, e incluso en el presente, cuestionar la inexistencia de una política de vivienda planificada pues se desarrollan grandes proyectos inmobiliarios innacesibles (por su precio, pero también por los esquemas del financiamiento bancario) a la clase media trabajadora.

Si es que ésta existe, usted ya conoce —porque sé que lo vive— el asunto de ganar “bien”, pero no llegar a fin de mes si no pega el tarjetazo.  Lo de deber la casa, el carro, el médico y hasta la prima de la nevera es nada nuevo por nuestras tierras. Pero bueno, decirles clase media ayuda a postergar una conciencia de clase que podría ser bastante peligrosa.

Quiero decirle que en los días que su novela de cuarta se dedicaba a contar el incendio de Ranas Rojas y otras basuras de culebrón turco (narco, preferencias sexuales, infidelidades, etc). Malanga sí cambió y eso ha sido irreversible.

Nosotros, de vena timorata y sanguínea, siempre evitábamos los desaguisados. Alguna vez, el guaro, mal consejero nos hace envalentonarnos y después de un partido de fút se arma la de San Quintín y nos partimos la madre.  Hablo como malangueño, pero aclaro que yo no tomo, nunca he tomado.

La otra variación de este cuadro de costumbres va peor:  la rencilla no se arma en el bar, sino en la casa. La frustración de la miseria sumada a la derrota del equipo que te representa y la borrachera infinita que carga el fulano, lo envalentona y le parte la madre a su mujer o a sus hijos.

El malangueño de antes se guardaba allí, en un saquito, para orearlos ante la veladora con las oraciones nocturnas. Tal vez alguna vez perdida los exhibía para contarle a la pareja los fracasos, las rabias, el mal momento que no se perdona.

Lo que pasa es que esos días funcionaron como toda una educación sentimental. Los gremios empresariales y políticos con tal de lograr sus objetivos, sacaron las garras, nos metieron miedo. Nos amenazaban con perder el trabajo si votábamos por el No en el referéndum. Lo mismo si le hablábamos a los disidentes o compartíamos mesa con ellos. Al sindicalista se le armaba relatos de corrupción. Los curas tomaban posición sobre el tema, sepa dios si a partir de condicionamientos, pero de repente empezaron a considerar comunismo todo aquello que fuese interés de proteger la industria nacional o garantizar el bienestar obrero. Uno entraba en un parqueo con una pegatina del no en el parabrisas y el desgraciado a cargo se negaba a levantar la aguja por orden del jefe, algún real hijo de puta.

Desde el mismo Poder Ejecutivo circulaban directrices para manipular y atormentar la voluntad del ciudadano para que, cuando llegase la consulta popular en los días de octubre, ganase el miedo por ser, simplemente miedo instrumentado a través de la mentira institucional, el desprestigio, la causa falta, la promesa para crédulos que nos hacía militar una guerra comercial que no era tan nuestra, pero nos afectaría a todos.

Waspasia hasta mandó un enviado especial para dar un ultimátum para que la ley fuese aprobada. Un simulacro de democracia, un par de topos infiltrados en las aceras del No, primero hicieron resistencia, pero uno de ellos, el de menor prestigio, el gato en ascenso, terminó por quebrar la resistencia y se aprobó el nefasto documento.

El desprecio mutuo cotidiano fue siendo costumbre. Y pasada la votación, posiblemente sesgada, fraudulenta, se nos quedó como hábito.

Lo que nunca perdimos fue la ingenuidad. Los taxistas ni se inmutaron cuando escucharon hablar de la uberización. Creyeron que la nueva plataforma venía por los piratas y se consolaban diciendo hacia sus adentros que cada uno tenía su personal cartera de clientes fieles.

Se equivocaron: barrieron con el mercado informal primero, pero luego fueron por ellos.

Bajo el alero del tratado firmado, el Estado no negó tener potestades para combatir esa competencia desleal, la llamada economía colaborativa, pero tampoco la enfrentó.  Entiendo, le oí decir a varios diputados que el TLC dejaba amarrado de manos al país cuando una inversión supranacional decidiese operar acá. Baste decir que la flota de taxistas ha mermado:  queda en el presente  poco menos de la mitad.

El uberismo, por otra parte, se conforma de gente con o sin empleo, dispuesta a hacer otras por unos pesos para pagar la prenda del coche que han sacado para combatir sus emergencias económicas inmediatas. Nuestra sociedad de consumo es el caldo de cultivo propicio para el bolsillo con huecos.

Le cuento, a pesar de la aprobación del tratado, muchas empresas optaron por irse. Lo peor es que lo hacían sin anunciarlo: simplemente, de noche alzaban con las maquinarias y por exceso de prisa olvidaban pagar las liquidaciones del personal.

Más tarde, lo habrán recordado, pero la famosa pereza tropical habrá emergido de la nada para reomendarles nunca cumplir con gastos innecesarios.

Ya decía yo que una crisis de mercado laboral no se soluciona diciéndole al capital que haga lo que le venga en gana y le exoneramos hasta el yate del gerente. Fíjese que ahora ha entrado en las encuestas de ministerio de trabajo una nueva categoría:  sujetos que ya no buscan trabajo.  Es gente que se ha esforzado uno o dos años en conseguirlo, pero nada le aparece. Se supone que se salen del mercado por razones desconocidas. Vamos a pensar que es muy caro hacer los currículos, correr la ciudad, vestirse presentable y no obtener la menor esperanza.  Dejan de buscar colocación por carencia de recursos o porque les ronca la madre hacerlo, pero acaso, ¿dejan de comer?

¿Por qué no se les considera a efectos estocásticos desempleados o no se les asigna siquiera una subcategoría que diga “desempleados por abandono”?

 Fácil, porque hay que maquillar las cifras para que un modelo que ha fracasado desde el inicio no pierda vigencia.  Así es cómo se mercadea el futuro:  diciendo que, si el mes pasado subió la pobreza dos puntos, este mes ha bajado en una décima y vendrán tiempos mejores.

Total, la gente no retiene información.  No acostumbra entender ni argumentar y lo peor es que suele confiar en el emisor de los mensajes si éste usa corbata o tiene delante de sí un micrófono. Por eso es que vemos que Artificio se deteriora, pero no podemos sumar uno más uno para entender que las políticas en uso implican millones de derrotas para que tres o diez empresarios —una minoría nunca significativa— puedan barrer con todo y posiblemente guarden papelitos verdes allende las fronteras.

Pues eso, señora. Yo sé que usted es cardíaca y sé más cosas. No voy a chantajearla, vengo a exigirle. No quiero que la novela hable de mí, pero sí que diga que si fracasamos como país, si nos odiamos más, es porque se nos ha educado para ello y ya la máscara identitaria nos vale un pepino. A eso sume la experiencia de una identidad fantasiosa que se regocija en el deterioro social mientras vende la ilusión de un paraíso ecológico accesible a todos los dineros de afuera.

Mientras tanto, lo verdaderamente atractivo de nuestra tierra pasa por ciertas tonalidades morales permisivas que te permiten no ser auditado si tenés unos cuantos millones de dólares, pero sos amigo o financista del poder.

Me lleva la hostia, siento el ectoplasma débil.  ¿Tendrá por ahí un café con galletas de mantequilla, doña?

La mujer que conocemos como cabeza nueva de Comas Negras guarda el documento en Word, se quita las gafas, abre el escritorio y extrae un tubo a medio consumir de galletas de limón, cerrado con una amarrita metálica, pero que rebosa de las malditas hormiguitas de las que pican durísimo.

—La gran puta —dice Petra, casi gritando— ¿Acaso acá nunca fumigan?

Y pega tremendo puñetazo sobre la laptop cerrada.

 


miércoles, 18 de junio de 2025

CONCIENCIA OFF—POESÍA

CONCIENCIA OFF

 

Hay una plaga allí afuera

Semejante a mí y acomplejada

Tiene miedo del espejo y de la sombra

La luz le lastima los zapatos

La música le raspa los oídos

Se cree incomprendido y solitario

Porque son muy pocos sus pares en el mundo

Cuando ve que hay una fila esperando el colectivo

Busca colarse de primero y empuja a las señoras

En el supermercado se roba las galletas

Porque para él no existen los castigos

Escupe creyendo que no vuelve la saliva

Sólo porque es idiota no la siente

Caer sobre su calva consagrada

Pasa de los diarios de la gente

A él la guerra le parece necesaria

Para limpiar la tierra de pueblos indigentes

Es decir siempre que ganen los imperios

Puede abrir el champán a cualquier hora

Porque aunque sabe que en realidad es poca cosa

El dinero le financia las murallas

Y nunca mueren de hambre los vasallos


jueves, 12 de junio de 2025

EL MERCADO DEL ODIO, OTRA FORMA DE ESPECULACIÓN—OPINIÓN






















 

GOLDEN DREAM— POESÍA

GOLDEN DREAM

 

Haga fila y pague por la visa

Recuerde acudir bien maquillado

Disimule los tatuajes el color de piel

Los rasgos amerindios el acento

No venga a comer de nuestro plato

No proteste trabaje sin derechos

Tome sol a lo bruto hasta que ampolle

Olvide sus orígenes desprecie a su raza

Nunca confiese la nostalgia

Evite la comida étnica las danzas

Métase a escondidas un poco de perico

De lo contrario va a tener burnout hijueputa

Vote republicano es decir psicópata absoluto

Este dispuesto a vivir a la intemperie si fracasa

Trabaje en negro engáñese a sí mismo

Con el cuento de una libertad que es privatizada

Ésa es la verdad del sueño waspasiano

No le vaya a contar a los suyos su fracaso

Pero no olvide lo importante

Haga fila y compre por la visa

Si viene por ayuda

Nosotros lo metemos preso o lo enterramos


jueves, 5 de junio de 2025

REFLEJO DEL TROLL CONTEMPORÁNEO—POESÍA

REFLEJO DEL TROLL CONTEMPORÁNEO

 

Tengo miedo de los otros

Tengo miedo de mí mismo

No hay nada que compruebe mi estatura

Entonces opto por esconderme en las redes

Me empodero insulto amenazo

Me hago presentar como una fiera

Si supiesen que soy un disfraz vacío

Que no tengo capacidades del lenguaje

Aunque mis rebuznos se disfracen de patriotas

Tengo miedo y vacío y soy hecho de mentiras

Por eso me he aliado con mis pares

Para tejer una estafa presuntuosa

Y hacer de un insulto y otro y otro

Un castillo antihigiénico y blindado

Donde pueda acumular la mierda necesaria

Para hacerme un monumento a lo Babel

Con las nubes del cielo en cabellera

Tengo miedo soy gusano repto siempre

Quiero pensarme áspid y temible

Pero soy una criatura de alcohol

Un duende de jardín que se diluye

Y solamente queda

Una baba efervescente como rabia

Un virus de odio a cuatro vientos

Un traje de bufón con ratas muertas

 


martes, 3 de junio de 2025

NUNCA SE CUESTIONA LA RUTINA— narrativa (fragmento de novela en proceso)

NUNCA SE CUESTIONA LA RUTINA

 

La verdad, tengo muchos recuerdos de infancia que podría enumerar, pero no viene al caso hacerlo. Lo que no consigo, sin embargo, es visualizar alguno: ningún rostro, ninguna casa, ningún barrio se logra corporizar en mi cabeza.

Acuden a mí en forma de fichas técnicas, por ejemplo: “mamá me dio un abrazo el 5 de febrero”, aunque ni siquiera consigo visualizar cuál era el rostro de mi madre. No logro evocar el rostro de mis amigos de infancia, ni la bicicleta con la que bajaba las cuestas en el barrio. Lo mismo pasa con mis años de estudiante, en la facultad, en el colegio. Recuerdo hasta las notas obtenidas y, no obstante, no recuerdo haber estado en un auditoria realizando exámenes de tres horas.

Hoy tengo la cita anual de salud, la cual nunca pido. Solamente llego y en el consultorio ya saben que llegaré. Es como si alguien administrase mi agenda. Si esto es una orden implantada, lo desconozco y no encuentro motivos para resistir a presentarme: en todo caso, tengo claro que perderé el día.

No más llegar me pasan a una sala con una tele gigante conectada a una máquina de karaoke.  El volumen es bajo, pero las canciones no son comerciales precisamente. Obedecen a una intencionalidad, quizás a una PNL para lavarme el cerebro, lo cual, reitero, no me importa. En su fraseo aprendo determinados valores institucionales como la violencia, la perversidad, el silencio, la seducción, la normalidad de matar si hay un mandato para hacerlo.

Eso dura dos horas y tampoco es que me agote. Sin embargo, llega la enfermera y me hace pasar a una habitación cuando van dando las diez de la mañana y, entonces, es cuando percibo una pequeña presión en el cuello y quedo dormida por el resto de la jornada.

¿Qué pasa después? No lo sé. Generalmente cuando despierto, ya el lugar está casi a oscuras y me quedo esperando que vengan con resultados. Nada ocurre, sin embargo. Si suena el teléfono y lo contesto, del otro lado guardan silencio. Es como si verificasen que no me he escapado y que no le he pegado fuego a las instalaciones.

El consultorio opera en un edificio de tres pisos que tiene una sucursal bancaria en el primer piso; en el segundo, una clínica de ortodoncia y en el tercero, este médico especialista. ¿En qué? En la pared, cuelga un título que dice “doctorado en cibertrónica” y siempre, al final de todo, me pregunto qué hago yo en un sitio del cual nunca he entendido la finalidad.

Es cuando abro la cartera porque no pienso esperar más y decido acicalarme e irme. Saco uno de esos confites de iones de sal y me lo trago sin mayor conflicto. }

He pensado hacerme ver por eso, pero como nunca veo al doctor porque me duermo antes, ha sido imposible presentarle la consulta: sospecho que soy anoréxica, porque aunque tengo recuerdos de haber cenado langostas, caracoles o quesos, no recuerdo su sabor jamás.

Y tampoco siento la mayor inquietud por disfrutar de un plato que se mire delicioso. En el momento que vuelvo la mirada, me deja de dar curiosidad y me da lo mismo si tiene un diseño gourmet o un olor embriagante: yo, con mi ión de sal periódico me siento a todo dar.

A eso de las cinco y media de la tarde, salgo del consultorio. La sucursal financiera y el dentista ya han puesto candados y lo evidente es que he sido víctima de negligencia de parte de este especialista.

Cierro duro la puerta y me aseguro de que los pestillos encajen bien. Creo haber apagado las últimas luces y ando con mi bolso y con mi dinero completo: lo curioso es que ni siquiera he pagado la consulta.

El año próximo estaré de nuevo en esta puerta a la hora que se me indique.

A veces, debo confesarlo, me molesta saber lo que debo hacer sin que nada previamente me indique mi agenda. En esos momentos, siento que no soy una mujer libre, sino una pieza del sistema que conoce cuál es su juego y obedece.

Una vez se lo conté a mi roomie y ella me respondió indiferente:

—En lo mismo estamos todos. Yo no perdería el sueño por eso. Las rutinas parten del orden y la intuición nos ayuda a desplazarnos por el mundo. Si te hacés preguntas de todo, luego caés en el exceso de moralidad y nadie te salvará si sos ineficiente— y siguió depilándose la pierna derecha, totalmente paliducha.

Recuerdo esto mientras, en el auto ya, reviso que la nueve milímetros estuviese bien cargada porque ya me toca, esta noche, cumplir con un trabajo.


sábado, 31 de mayo de 2025

DESENCANTO POÉTICO

DESENCANTO POÉTICO

 

Sapos sin sol

Pararrayos ecuestres

Perdón yo quería saludar a los poetas

He buscado la cita de Darío

Francamente me ha parecido zalamera

Le he dado un par de martillazos

Y he repensado un poquito la escritura

No puedo negar que la he cagado

Pero ésa no era la consigna

Digo yo que no persigáis la zanahoria

Ni muráis por los premios nacionales

Aprended a correr por el billete

Porque de nada sirven las volutas

Que nunca es el humo nutritivo

Sapos sin sol callad un poco

O al menos no copiéis la misma frase

El mundo es una polifonía de búsquedas perpetuas

Y uno debe disimular la miniatura

No buscando capturar a su reflejo

Digo que entre todo lo existente

El poeta es una minúscula col

O una tortuga taciturna y fiambre

Lo cual no resulta para nada interesante

El caso del lector es lo que vale

Viene a funcionar de ensaladera

En fin cuando Huidobro murió

Ya se había olvidado de la divinidad humana

“Cara de poto” le dijo a su mujer antes de irse

Y estiró la pata para siempre

Sapos sin sol pararrayos ecuestres

Poned a trabajar el seso no las mañas

Pedid que caiga un rayo en vuestro lomo


jueves, 29 de mayo de 2025

EN CUALQUIER LUGAR DEL MUNDO SON BASURA—POESÍA

EN CUALQUIER LUGAR DEL MUNDO SON BASURA

 

Dígannos qué les pasó a los héroes

Acaso era solamente fingidores

Miren que ha descarrilado el tren sobre el barranco

De repente ha bajado como fuego desde el cielo

Una luz de esperanza para todos

Dígannos qué les pasó a los héroes

Nunca pensaron socorrernos

Lo primero fue posar para la foto

Y firmar autógrafos para chicas lindas

Luego fueron rescatando joyas billeteras relojes 

Oro minerales agua petróleo y alimentos

Se olvidaron del consuelo de las víctimas

El general decidió hacer una llamada de socorro

Hizo encargo de un camión para remesas

Y otro y otro y otro 

Nos despojaron de identidad de ropa de riquezas

Nos convirtieron en títulos valores

Depositables en cajas de seguridad del extranjero

Díganme qué le pasó a los héroes

Finalmente descansaron en las rocas 

Pero el general hizo una señal a sus amigos

Para que levantasen los escombros

Esta vez sí fueron detallistas

Levantaron los fierros retoricidos

Desplazaron las piedras hacia el norte

Hicieron una pila con los muertos y los vivos

Le echaron combustible en demasía

Finalmente le prendieron fuego a la memoria

Desde lejos el rostro de los héroes sonreían

Parecían tipos de fuerzas especiales


lunes, 19 de mayo de 2025

ARS POÉTICA

ARS POÉTICA

 

Está sucia la caja de arena del poeta

Le sobran signos de puntuación y florituras

Hay demasiadas perlas aromáticas

Como si fuese una mierda la palabra cruda

Está sucia la caja de arena del poeta

Luego no se quejen si ensucia el resto de la casa

Si no puede estar a gusto en su letrina

Nadie va a impedir dejar su rabia donde quiera


domingo, 18 de mayo de 2025

UN QUINTAL DE DUDAS— opinión

UN QUINTAL DE DUDAS

 

Miro lo de Jafet Soto ambiguamente. Por una parte, me mueve esa común idea de aplaudir a quien dice las cosas de frente. Por otra, me pregunto qué llevó a Mary Munive a meterse con Jafet y me cuestiono si esto no es la acostumbrada ingeniería social donde el socio se disfraza de enemigo para garantizar la continuidad de un poder que simula alternancia.

No puedo olvidar la cercanía de Jafet con Patey, empresario bastante cuestionado en el flujo del dinero irregular y me digo que hay un paralelismo con Chaves y sus financistas.

Y subrayo que Patey y su televisora le hacen ojitos al viejo malcriado.

Reviso —y me quedo al bate— los posibles liderazgos que tienen las agrupaciones políticas del presidente y me digo que son tierra arrasada:  no hay presidenciables, merced a esa enfermedad mortal que es el personalismo. Esto acaso obligue a buscarlo en otra parte, sin perder por ello la importancia de ciertas afinidades en cuanto a intereses, cosa que tal vez no podamos comprobar

Ahora, lo que habilita a Jafet es la verbosidad de la ministra contra él. Así es cómo se elige al enemigo, la causa que se potencia. ¿Tenemos pues un nuevo abanderado que parece representar intereses populares o nos toman el pelo nuevamente?

NI idea, pero un estratega político empezaría a hacer mediciones para ver si es empoderable. Al rato y nos sale otro más de los que gobiernan con las patas, pero tiene la ventaja de ser famoso, de ser una estrella del deporte, tener un aura de fanático de su equipo —lo cual se puede ponderar como un micropatriotismo— y una larga espuela escuela en el mundo de los negocios.

En fin, que es un tipo potable para estos intereses. Muy temprano aún para saber si esto es casualidad o mano negra, pero cabe el chance de que incluso una provocación intencional, es decir, una bomba de humo de las que usa el Ejecutivo para diluir los debates de lo cotidiano se les salga de las manos.

Yo solamente quiero dejar en el aire todas las dudas. Y dar el tiempo para ver qué es lo que precipita porque por babosos nos vamos de cabeza ante aquella persona que abre la boca desde una posición visible y levantamos un mito respecto a unas palabras sueltas.

Lo mismo que decir que un frasco de maní de esos alargados que venden en el súper es un obelisco.