viernes, 18 de octubre de 2024

POESÍA URBANA

NOSOTROS ADORAMOS A LOS VIEJOS

 

Debemos reconocer sin que haga mella

Hemis duplicado pronto la tasa de homicidios

Acá los balazos se confunden con la lluvia

Y los funerales baratos son negocio

Al turista le gusta poco pero piensa

Que este paraíso es inframundo

Buena sede para excesos y dineros

Que pagan la inmediata complacencia

Sin embargo nos preocupan los abuelos

Es que somos anónimos afectos

Y nada nos conviene su miedo a visitarnos

Hay que hacerles llegar un artificio

Que les calme los nervios y así paguen

Por gozar supuestos teatros de exterminio

Que no son precisamente simulacros

Propongo una campaña que hable

De que nuestros homicidios van llenos de ternura

Y a eso le adjuntamos un peluche

Sea gato perro conejo y hasta chucky

Puede darse a elegir en el momento

O hacer lo que indiquen las encuestas

Quiere usted que le demuestre la ternura

Mire cuánta gente llora en las aceras

 

 

 

 

LA TRAMA DEL CAMALEÓN, NOVELA- DESCARGA LIBRE PDF

El punto de inflexión en la vida cotidiana de Malanga: el odio se hizo institución y no nos dimos cuenta.

La trama del camaleón, novela






miércoles, 16 de octubre de 2024

POEMA DEL DÍA

EL HÉROE ES UN SIMULADOR NATO

 

El héroe está llamando a la Gloria

Ella no quiere hablarle y lo deja en visto

Sabe que es patraña ínfula aspaviento

Un jugador de póker que blofea

Un producto mediático y manido

Porque las cartas que tiene son marcadas

Gloria prefiere al obrero que protesta por los suyos

No importa si lleva cicatrices

No importa su condición de anonimato

No importa que lleva escrita la derrota

Definitivamente es un gesto honesto lo que cuenta

martes, 15 de octubre de 2024

Ha muerto Kenneth Flores, nuestro amigo

 

MOMENTO NADA

 

En la tarde dialogan los fantasmas

Comentan la ausencia de la lluvia

Y la baja cantidad de parroquianos

Que han venido a despedir el cuerpo simulacro

Y sin embargo

Dice el muerto más reciente

Todos somos simulacros hologramas

Podemos ser imaginados por el otro

Ya sea desde la herida o el afecto

El vivo es también un ectoplasma

Un fantasma atrapado por la masa

Una vasija en forma de fuga permanente

Y lo que ocurre al fin es que se quiebra

Nuestro proyector interior ya no funciona

No va a quedar mayor luz sobre la sala

La oscuridad es un diálogo de muertos

 

lunes, 30 de septiembre de 2024

POEMA DEL DÍA- GUERRA

GUERRA

 

El lienzo debe ir en fondo rojo

Un poco encharcada la pintura

Infinitud de cruces llenan el paisaje

Son de distintos materiales superpuestos

De hueso de hierro de madera

O simplemente pintadas con cal bajo la lluvia

Apenas visibles borradas oxidadas

Hay casas cochambrosas destruidas

Hay hospitales en llamas hay

Hay humo negro por doquiera

Hay una fosa común en la esquina izquierda acá abajo

Siempre está desbordada de cadáveres

Y hay un puñado de niños mujeres y abuelos en el centro

Vuelan como moscas los aviones

Caen cien paquetes desde el cielo

Uno de ellos es comida

Los otros noventa y nueve bombardeos

Vamos a poner la noche negra

Ni siquiera una estrella en horizonte

Para que no nos asustemos con la muerte

Una radio a transistores está sola

En la zona inferior de la derecha

Es para que los que sobreviven averigüen

Quién putas va ganando tanta muerte

Afortunadamente los lienzos carecen de sonido

El daño colateral nunca se cuenta

viernes, 27 de septiembre de 2024

POEMA DEL DÍA

ARGENTINA 2024

 

Cuando el presi estaba chiquito

Su niñera le dejó caer

Resbaló por un precipicio

Rescatarlo quiso hiena madre

Pues tenía tufo de animal

Fue engordado de las mugres

Todos en su entorno

Predicaban el reír

Era medio idiota

Pero podía memorizar

Se aprendió algún catecismo

Hasta hacerse militar

En algo que no entendía

NI que fuera álgebra lineal

Lo invitaron a la tele

A un showcito de TV

Su lado de animal servía para vender

Las cámaras lo amaban

Así funciona la idiotez

Lo volvieron mercancía

Aunque olía a rancio ayer

Las ideas del feudalismo

El odio del amo a la ley

La cabeza un closet viejo

Los publicitas lo maquillaron

Lo hicieron declarar rey

Al menos es lo que dice

Cuando conversa con el can

Que ya está muerto y olvidado

Olvidado de tanto idiota

Que dice ser intelectual

Y falsificó el doctorado

Y hasta el sabor de la sal

Maldita sea la mano

Que rescató este animal

Así repite la historia

Las infamias otra vez

Un loco que toma el mando

Y el mundo se pone al revés

En lugar de cuidar al pueblo

Y de pensar en futuro

Él solamente imagina carroña

No puede negar lo que es

jueves, 26 de septiembre de 2024

LAS NUEVAS DERECHAS

DÍAS DE GUSANOS DE UNIFORME

 

Lo bueno de estar en el paro es que no hay fila

Porque también carecemos de alimentos

Han cerrado los comedores populares

Lo mismo ha sucedido con las clínicas

Y ni se puede entrar en las farmacias

Ni siquiera moriremos en la casa

A patadas nos tiraron a las calles

Y un policía persigue nuestros pasos

Para decidir cuándo reventarnos la cabeza

La derecha está feliz de botar gente

Los ricos ya ni declaran sus ganancias

Y a veces no hay gente ni el súper

Lo bueno de estar en el paro es no hacer fila

Si te llega a dar hambre estás jodido

Porque habrás de meterte a cartonero

Es mejor estar así no tener nada

Si tuvieses un peso vendría el policía

Para hacerte cobrado y mal herido

Fijáte en jubilados en maestros

Ya estarán pensando en quitarles su casita

O darles algún pan envenenado

Para bajar los presupuestos del Estado

Yo digo que el camino es una trampa

Estamos caminando sobre fosas

Afuera hay gorilas en escuadras

De fijo que los convoca la avaricia

La sangre la adrenalina el oro

Y esa costumbre maldita

La obediencia

POEMA DEL DÍA

ESPERA DE TENUE INCERTIDUMBRE

 

El agente espera por su prima

Son pasadas las cinco y no aparece

Las agujas del reloj lo tienen harto

Ha llenado su platillo de cenizas

El agente cavila su futuro

Qué tal que alguien descubra su insolvencia

O que el mesero se entere que carga un thermo

Con agua tibia solamente

El agente está acabado lo presiento

Cada vez menos ilusión y menos

Casi nadie le llama apenas come

Y su jefe está a punto de botarlo

Porque todos los contratos que cierra mueren pronto

Hay que ver cómo pesa la estadística

Dos barrios completos fueron borrados del registro

Porque el agente tiene mala pata

Ya solamente un par de tipos sobreviven

El agente espera por su prima

miércoles, 25 de septiembre de 2024

NARRATIVA

LA ESPORA DEL FASCISMO

 

Me llama por celular un repartidor y me pide que salga a la puerta: he pedido comida rápida para evitar ensuciar la cocina.  Así que dejo el ordenador, calzo mis pantuflas y abro la puerta. En ese instante, está una moto con dos hombres de casco negro que la recuestan contra un roble mientras ambos se bajan y directamente caminan hacia las oficinas de los activistas ambientales.

Yo oteo el horizonte hacia la izquierda pues de allí suele venir la moto de reparto y no la veo. Al mediodía suele haber excesivo tránsito y por eso la demora no me intranquiliza:  procuro tolerar las cosas inevitables porque yo sé que mi soberbia me traiciona y cualquier cosa me enfada y eso se mira feo. Siento una picazón como de hormigas chiquitillas que me joden la pantorrilla izquierda, pero nada, permanezco en el punto porque por más que rebusco no localizo ninguna fila o colonia de ellas.

El sol está fuerte, algunas señoras han sacado la sombrilla y me quedo mirando una Hummer blanca, imponente que han estacionado mal y ocupa medio carril de tránsito. También trato de que el oficial de la municipalidad me visualice para hacerle señas de modo tal que se vea impelido a multar esta práctica indebida. Yo sospecho que el funcionario me ha visto, pero quiere evitarse los problemas que trae consigo sancionar el vehículo de un sujeto poderoso; bien podría costarle el empleo.

Así que soy un idiota que le hace gestos al vacío y seguro que la gente lo nota. No me importa porque creo ver venir al reparto entrando ya a la esquina y justamente gesticular ayuda a comunicarnos con un desconocido. El mismo nunca hace a detenerse, inmerso como está en cruzar entre los dos carriles de vehículos que aguardan el cambio del semáforo. Yo me quedo reputeando, pensando que debo haberme equivocado cuando suena la ráfaga y treinta segundos después salen los tipos del casco negro, toman su moto y rapidito doblan a la derecha y se hacen mucho allí por el Bajo de los Ramírez que luego conecta con la zona industrial 4711, donde el embotellamiento es tópico cotidiano y huir es fácil porque detrás de los grandes bodegones suele laderas pronunciadas que van a ríos con densa vegetación, cuyos cruces suele desconocer la autoridad y ya, con eso, habrán logrado ponerse a salvo los sicarios.

Mi primer impulso es ir a ver qué pasa y casi abandono mi puesto de espera, pero me detiene el hambre que alerta la tripa con ciertos retortijones. Si no llega mi comida, terminaré por comerme hojas de la agenda o simplemente picaré tomates con mayonesa, lo cual no suena satisfactorio. En cambio, el vecindario ha sido más impúdico y varios han cortado la distancia hasta invadir el local de los ecologistas que permanece abierto.

Pasa corriendo Jerry, el boticario, cabrón que es vina. Apenas me saluda y me dice que me ha conseguido las pastillas que le pedí. Yo ya no le creo tanto porque desde meses ya le he pedido que me consiga las pastillas de levadura de cerveza de mi infancia, pero siempre me ofrece algo que, aunque tenga la misma nomenclatura, no da la talla en el sabor. Tengo nostalgia permanente de esas cosas: es que me dejaban comerlas a la libre, como confites, para ver si acaso salía de mi condición de niño largo y flacuchento que no variaba así tragase lo que fuese.

Ah, el otro fetiche son los bonetes. Igual, me ha pasado que no logro encontrar en el mercado ese sabor. O es que uno mitifica lo pasado, lo lejano y cree retener memorias y no se da cuenta que el que desentona es uno que ha olvidado todo, o casi todo.

Bueno, si le sirve, anote que uno era bajito y minúsculo. Quizá un menor, un niño: llevaba un suéter azul de Mickey Mouse y el otro, a la distancia, parecía fornido, tal vez de metro ochenta. Campera negra con una bandera de cuadros en la espalda, como la que usan en las carreras.

No les logré escuchar alguna palabra, no noté ninguna seña particular más allá de que ambos tenían el cabello negro azabache. Eso me dice que venían con instrucciones claras.

Oiga, su jefe salió recién ha salido en tele diciendo que es diferente gatillero que sicario. Casi que legaliza esto a rango de profesionalidad. El primero es ocasional y el segundo, experimentado. Se me ocurre que entonces deberían cobrarles impuestos o embargarles las cuentas.

La cosa es que tuve que devolverme porque había dejado el celular en sala y mi comida no aparecía. Yo estaba dejando correr el tiempo por aquello de que “treinta minutos sale gratis” y ya habían transcurrido más de veinte. 

—Mire, se supone que estoy frente a su casa, pero no sale nadie.

—Acá no hay nadie.

—Pues ha debido avisar.

—No, le digo que acá no anda repartidor alguno.

—La casa es verde, puerta de vidrio. He llamado tres veces al timbre y nadie sale.

—Le digo que mi casa es blanca y la calle carece de casas verdes.

—Pues,  ya le dije, nadie sale.

—¿Anda reloj?

—Sí, ¿qué quiere?

—Treinta minutos es gratis.

—Ah, maldito. Usted ha dado mal la dirección para que me demore.  En el caño va a encontrarla, infeliz.

Y colgó. Ni me dio tiempo de contrastar los datos que él llevaba contra mis señas. Y lo peor es que ahora pedir por app es un infierno: es casi imposible reclamar y posiblemente castiguen mi calificación por ser un cliente difícil.

Contagiado, supongo, por la adrenalina de lo recién vivido, tomé el teléfono y devolví la llamada. Me contestó luego de cinco tonos:

—Mire, me urge. Soy Martín Vallejo.  Si me trae el pedido ya, le doy cinco mil para usted en efectivo. (Es la mitad del precio de la pizza, pero le caen en mano. Otra cosa es que la compañía le cobre).

Se lo pensó un poco, le oí ciertos sonidos guturales semejantes a un rebuzno. Pensé que colgaría agresivamente y decidí que comería tomates partidos en gajos casi congelados.

—Que sean siete y la tiene allí. De otro modo no me funciona. Me van a cobrar su trampa.

Esta vez, le di las señas correctas y le hice saber que recién acababa de llegar la policía, merced al crimen de los seis jóvenes (cuatro hombres, dos mujeres) y un pastor alemán). Se limitó a confirmar:

—Estoy cerca. Escuché la ráfaga y la pólvora huele. Ya le llego.

Apresuradamente, tomé la automática de papá que es una Magnum 22 y revisé el cargador. Pensaba amedrentarlo para que saliera corriendo y así me saldría gratis. No se me cruzó por la cabeza que eso me daría problemas con la infección de policías que habían tomado la calle; casi cincuenta.

Me la guardé bajo el cinturón y tomé dos vasos de agua.  Esperé en la puerta mientras notaba que el picor de las hormigas invisibles seguía en ascenso. Ya me alcanzaba ambas ingles, lo cual es cosa desesperante, pero me niego a rascarme en público.

Vi llegar al jefe de ustedes, ése que diferencia sicarios y aficionados.  Creo que no llegó a entrar en la casa: venía descompuesto.  Suele pasar que hay gente a la que le da miedo la sangre, las escenas macabras. Entonces, busco un jardín del vecindario que tiene una mesita con sombrilla y se sentó.

Casi de inmediato, la prensa golosa, glotona, ávida de la nota roja que sube el rating lo asedió. Justo en ese momento, yo recibía mi pizza, pero le decía al corredor que se acercase al pasillo por el dinero.

El ingenuo me hizo caso. Por ende, tan pronto estuvo fuera del foco público, lo encañoné:

—Mirá, hijue…

No tuve tiempo de nada, el arma se disparó sola. Le atravesó el cráneo porque yo se la había puesto en la sien. Afortunadamente, cayó silencioso sobre el zacatillo del pórtico y allí, por el rosal, se desparramaron los sesos.

Eso quiere decir que me dio tiempo de saciar el hambre. Comí a la carrera media pizza de hongos y la bebida gaseosa. Tuve la idea de escabullirme, pero algo me había dejado los pies adormecidos. Quizás, los piquetes de hormigas que yo calculaba pasaban los veinticinco a esa hora.

Llamaron a la puerta y ya supe que no tenía escapatoria, Habían tres malditos tombos en la puerta y una decena de suceseros empujaban para abrirse paso. De inmediato, me tiré al piso y me dieron unas cuantas pataditas. Nada, es que siempre he sabido que los policías mantienen ese salvajismo infantil que al resto de los adultos nos es prohibido.

Cómo puede verse, no tengo defensa. Y, sin embargo, el alegato de su jefe diría que yo soy asesino ocasional. Tal vez no debiesen ficharme, sino anotarlo como una contravención. Un “no lo vuelva a hacer”, una palmadita y una nota a mi padre. 

Y ojalá este papeleo termine pronto porque el sábado tengo examen de redes Cisco y no he tocado los libros y vamos por martes. Es un piñazo, ¿sabe?

Ahora, no me diga que a usted no le da cólera la impuntualidad del reparto.  Semanas atrás me ha pasado un par de veces que iba hacia el cine y el maldito uber me ha cancelado luego de cinco minutos de espera. Que eso sirva de atenuante porque hoy día cualquier ofensa es pretexto para que la agresividad se multiplique sabe.

También quiero quejarme de la asimetría del sistema que deja impune al par de cabrones que se echó al pico a los ambientalistas y me pretende detener a mí, que soy tan sólo un activista individual por hacer aquello que me dé la gana.

El epítome de Nietzsche, el superhombre.

Algo así como un huevo de Milei, un trastornado.


viernes, 20 de septiembre de 2024

FOTOGRAFÍA DE UN INTERVALO RESPIRABLE

FOTOGRAFÍA DE UN INTERVALO RESPIRABLE

 

Hoy me arranqué del celular y llueve

En la esquina tengo amigos que conversan

Que también han decidido arrancarse el cableado

La tortura de la opinión ajena y del consenso

Hoy podemos comer una dona y hacer chistes

Un perro se echa a nuestra orilla

Nos turnamos para acariciarle el pelambre

Y dejamos caer una galleta

Ha cambiado el olor de la ciudad y huele a lluvia

El calorcito del local nos reconforta

Hay música de jazz en la consola

Pero opera con bajos decibeles

El hombre de paraguas cruza enfrente

Va junto a su hijo conversando

Las gotas derriten en los vidrios

Me pregunto dónde han huido las palomas

Es lo único que falta en mi recuadro

POEMA DEL DÍA

BITÁCORA DE UN EVENTO FALLIDO

 

Aunque no vino nadie

Ni siquiera los autores

Les recuerdo que anoche presentamos

La antología universal de la palabra democracia

Autores hay de todo en este libro

Casi ninguno inteligente

Pero han nacido en buena cuna

Y eso los hace imprescindibles

Lo cual no quita que sean peligrosos

Tienen como hobbie la mentira

Constantemente se apuñalan mutuamente

Y si es en un callejón alguno muere

Suelen aliarse con recelo

Tienen como propósito monedas

Pero dicen que Judas era un barato

Que treinta de ellas se las gastan en las putas

Y tardan tres segundos en ganarlas

Ahora la lengua es su arte de serpiente

Engatusan lamen contaminan

Y suelen echar la culpa sobre el otro

Desde haber dejado un plato sucio

Hasta haber provocado un genocidio

O provocar el hambre de los chicos

No le tienen miedo al poder

Tal cosa dicen pues son particularmente transparentes

Por eso se tapan con ropas perfumadas

Y maquillan el pus con el lenguaje

Uno les diría héroes de la patria

Habrán tenido tareas anoche ilimitadas

Quién les habrá dicho que venía la justicia

jueves, 19 de septiembre de 2024

POEMA DEL DÍA

SUJETO CON RUMBO AL DESENCANTO

 

El sujeto que baja por las gradas

Pero tarde descubre que ha olvidado su equipaje

Haría bien en desprenderse del camino

Para recolectar agua y alimento

Y dar por cerrado los regresos

El hombre que baja por inercia

Sabe que ha agotado facultades

Y quiere posiblemente una sombra bajo el árbol

Y la compañía apática de ardillas

Sabe que no hay recompensan que le muevan

Todos los acertijos los conoce

Aunque nunca conoce la respuesta

Considera que hay mucha trampa en el.misterio

Casi siempre se miente en la respuesta

Tiene claro que todo es ilusorio

Bien podría haber inventado sus recuerdos

 

 

 

 

miércoles, 18 de septiembre de 2024

POEMA DEL DÍA

LA EVOLUCIÓN MARCHA EN REVERSA

 

El hombre que caminaba sobre el agua

Ha dejado de hacerlo en nuestro tiempo

El espacio que ha ganado la basura

Le ha dejado obstruidos los senderos

Además es más cómodo usar tenis

Hasta se mira cool con camiseta y gorra

Y ya casi no quedan pescadores

Dice que un par de veces ha querido atropellarlo algún pesquero

El hombre que caminaba sobre el agua

Ahora de gafas oscuras tan anónimo

Toma una cerveza artesanal con sus discípulos

Lee el Journal de Wall Street y libros de finanzas

Y no siente mayor remordimiento

Si le dicen que le pertenece la basura

A menos que en la bolsa se coticen en toneladas

Nada queda del hombre que caminaba sobre el agua

Ahora es yuppie tribal toma pastillas

Probablemente consuma proteína

Y haga cardio y trote antes del alba

Tan vendido al sistema tan moderno