lunes, 30 de septiembre de 2024

POEMA DEL DÍA- GUERRA

GUERRA

 

El lienzo debe ir en fondo rojo

Un poco encharcada la pintura

Infinitud de cruces llenan el paisaje

Son de distintos materiales superpuestos

De hueso de hierro de madera

O simplemente pintadas con cal bajo la lluvia

Apenas visibles borradas oxidadas

Hay casas cochambrosas destruidas

Hay hospitales en llamas hay

Hay humo negro por doquiera

Hay una fosa común en la esquina izquierda acá abajo

Siempre está desbordada de cadáveres

Y hay un puñado de niños mujeres y abuelos en el centro

Vuelan como moscas los aviones

Caen cien paquetes desde el cielo

Uno de ellos es comida

Los otros noventa y nueve bombardeos

Vamos a poner la noche negra

Ni siquiera una estrella en horizonte

Para que no nos asustemos con la muerte

Una radio a transistores está sola

En la zona inferior de la derecha

Es para que los que sobreviven averigüen

Quién putas va ganando tanta muerte

Afortunadamente los lienzos carecen de sonido

El daño colateral nunca se cuenta

viernes, 27 de septiembre de 2024

POEMA DEL DÍA

ARGENTINA 2024

 

Cuando el presi estaba chiquito

Su niñera le dejó caer

Resbaló por un precipicio

Rescatarlo quiso hiena madre

Pues tenía tufo de animal

Fue engordado de las mugres

Todos en su entorno

Predicaban el reír

Era medio idiota

Pero podía memorizar

Se aprendió algún catecismo

Hasta hacerse militar

En algo que no entendía

NI que fuera álgebra lineal

Lo invitaron a la tele

A un showcito de TV

Su lado de animal servía para vender

Las cámaras lo amaban

Así funciona la idiotez

Lo volvieron mercancía

Aunque olía a rancio ayer

Las ideas del feudalismo

El odio del amo a la ley

La cabeza un closet viejo

Los publicitas lo maquillaron

Lo hicieron declarar rey

Al menos es lo que dice

Cuando conversa con el can

Que ya está muerto y olvidado

Olvidado de tanto idiota

Que dice ser intelectual

Y falsificó el doctorado

Y hasta el sabor de la sal

Maldita sea la mano

Que rescató este animal

Así repite la historia

Las infamias otra vez

Un loco que toma el mando

Y el mundo se pone al revés

En lugar de cuidar al pueblo

Y de pensar en futuro

Él solamente imagina carroña

No puede negar lo que es

jueves, 26 de septiembre de 2024

LAS NUEVAS DERECHAS

DÍAS DE GUSANOS DE UNIFORME

 

Lo bueno de estar en el paro es que no hay fila

Porque también carecemos de alimentos

Han cerrado los comedores populares

Lo mismo ha sucedido con las clínicas

Y ni se puede entrar en las farmacias

Ni siquiera moriremos en la casa

A patadas nos tiraron a las calles

Y un policía persigue nuestros pasos

Para decidir cuándo reventarnos la cabeza

La derecha está feliz de botar gente

Los ricos ya ni declaran sus ganancias

Y a veces no hay gente ni el súper

Lo bueno de estar en el paro es no hacer fila

Si te llega a dar hambre estás jodido

Porque habrás de meterte a cartonero

Es mejor estar así no tener nada

Si tuvieses un peso vendría el policía

Para hacerte cobrado y mal herido

Fijáte en jubilados en maestros

Ya estarán pensando en quitarles su casita

O darles algún pan envenenado

Para bajar los presupuestos del Estado

Yo digo que el camino es una trampa

Estamos caminando sobre fosas

Afuera hay gorilas en escuadras

De fijo que los convoca la avaricia

La sangre la adrenalina el oro

Y esa costumbre maldita

La obediencia

POEMA DEL DÍA

ESPERA DE TENUE INCERTIDUMBRE

 

El agente espera por su prima

Son pasadas las cinco y no aparece

Las agujas del reloj lo tienen harto

Ha llenado su platillo de cenizas

El agente cavila su futuro

Qué tal que alguien descubra su insolvencia

O que el mesero se entere que carga un thermo

Con agua tibia solamente

El agente está acabado lo presiento

Cada vez menos ilusión y menos

Casi nadie le llama apenas come

Y su jefe está a punto de botarlo

Porque todos los contratos que cierra mueren pronto

Hay que ver cómo pesa la estadística

Dos barrios completos fueron borrados del registro

Porque el agente tiene mala pata

Ya solamente un par de tipos sobreviven

El agente espera por su prima

miércoles, 25 de septiembre de 2024

NARRATIVA

LA ESPORA DEL FASCISMO

 

Me llama por celular un repartidor y me pide que salga a la puerta: he pedido comida rápida para evitar ensuciar la cocina.  Así que dejo el ordenador, calzo mis pantuflas y abro la puerta. En ese instante, está una moto con dos hombres de casco negro que la recuestan contra un roble mientras ambos se bajan y directamente caminan hacia las oficinas de los activistas ambientales.

Yo oteo el horizonte hacia la izquierda pues de allí suele venir la moto de reparto y no la veo. Al mediodía suele haber excesivo tránsito y por eso la demora no me intranquiliza:  procuro tolerar las cosas inevitables porque yo sé que mi soberbia me traiciona y cualquier cosa me enfada y eso se mira feo. Siento una picazón como de hormigas chiquitillas que me joden la pantorrilla izquierda, pero nada, permanezco en el punto porque por más que rebusco no localizo ninguna fila o colonia de ellas.

El sol está fuerte, algunas señoras han sacado la sombrilla y me quedo mirando una Hummer blanca, imponente que han estacionado mal y ocupa medio carril de tránsito. También trato de que el oficial de la municipalidad me visualice para hacerle señas de modo tal que se vea impelido a multar esta práctica indebida. Yo sospecho que el funcionario me ha visto, pero quiere evitarse los problemas que trae consigo sancionar el vehículo de un sujeto poderoso; bien podría costarle el empleo.

Así que soy un idiota que le hace gestos al vacío y seguro que la gente lo nota. No me importa porque creo ver venir al reparto entrando ya a la esquina y justamente gesticular ayuda a comunicarnos con un desconocido. El mismo nunca hace a detenerse, inmerso como está en cruzar entre los dos carriles de vehículos que aguardan el cambio del semáforo. Yo me quedo reputeando, pensando que debo haberme equivocado cuando suena la ráfaga y treinta segundos después salen los tipos del casco negro, toman su moto y rapidito doblan a la derecha y se hacen mucho allí por el Bajo de los Ramírez que luego conecta con la zona industrial 4711, donde el embotellamiento es tópico cotidiano y huir es fácil porque detrás de los grandes bodegones suele laderas pronunciadas que van a ríos con densa vegetación, cuyos cruces suele desconocer la autoridad y ya, con eso, habrán logrado ponerse a salvo los sicarios.

Mi primer impulso es ir a ver qué pasa y casi abandono mi puesto de espera, pero me detiene el hambre que alerta la tripa con ciertos retortijones. Si no llega mi comida, terminaré por comerme hojas de la agenda o simplemente picaré tomates con mayonesa, lo cual no suena satisfactorio. En cambio, el vecindario ha sido más impúdico y varios han cortado la distancia hasta invadir el local de los ecologistas que permanece abierto.

Pasa corriendo Jerry, el boticario, cabrón que es vina. Apenas me saluda y me dice que me ha conseguido las pastillas que le pedí. Yo ya no le creo tanto porque desde meses ya le he pedido que me consiga las pastillas de levadura de cerveza de mi infancia, pero siempre me ofrece algo que, aunque tenga la misma nomenclatura, no da la talla en el sabor. Tengo nostalgia permanente de esas cosas: es que me dejaban comerlas a la libre, como confites, para ver si acaso salía de mi condición de niño largo y flacuchento que no variaba así tragase lo que fuese.

Ah, el otro fetiche son los bonetes. Igual, me ha pasado que no logro encontrar en el mercado ese sabor. O es que uno mitifica lo pasado, lo lejano y cree retener memorias y no se da cuenta que el que desentona es uno que ha olvidado todo, o casi todo.

Bueno, si le sirve, anote que uno era bajito y minúsculo. Quizá un menor, un niño: llevaba un suéter azul de Mickey Mouse y el otro, a la distancia, parecía fornido, tal vez de metro ochenta. Campera negra con una bandera de cuadros en la espalda, como la que usan en las carreras.

No les logré escuchar alguna palabra, no noté ninguna seña particular más allá de que ambos tenían el cabello negro azabache. Eso me dice que venían con instrucciones claras.

Oiga, su jefe salió recién ha salido en tele diciendo que es diferente gatillero que sicario. Casi que legaliza esto a rango de profesionalidad. El primero es ocasional y el segundo, experimentado. Se me ocurre que entonces deberían cobrarles impuestos o embargarles las cuentas.

La cosa es que tuve que devolverme porque había dejado el celular en sala y mi comida no aparecía. Yo estaba dejando correr el tiempo por aquello de que “treinta minutos sale gratis” y ya habían transcurrido más de veinte. 

—Mire, se supone que estoy frente a su casa, pero no sale nadie.

—Acá no hay nadie.

—Pues ha debido avisar.

—No, le digo que acá no anda repartidor alguno.

—La casa es verde, puerta de vidrio. He llamado tres veces al timbre y nadie sale.

—Le digo que mi casa es blanca y la calle carece de casas verdes.

—Pues,  ya le dije, nadie sale.

—¿Anda reloj?

—Sí, ¿qué quiere?

—Treinta minutos es gratis.

—Ah, maldito. Usted ha dado mal la dirección para que me demore.  En el caño va a encontrarla, infeliz.

Y colgó. Ni me dio tiempo de contrastar los datos que él llevaba contra mis señas. Y lo peor es que ahora pedir por app es un infierno: es casi imposible reclamar y posiblemente castiguen mi calificación por ser un cliente difícil.

Contagiado, supongo, por la adrenalina de lo recién vivido, tomé el teléfono y devolví la llamada. Me contestó luego de cinco tonos:

—Mire, me urge. Soy Martín Vallejo.  Si me trae el pedido ya, le doy cinco mil para usted en efectivo. (Es la mitad del precio de la pizza, pero le caen en mano. Otra cosa es que la compañía le cobre).

Se lo pensó un poco, le oí ciertos sonidos guturales semejantes a un rebuzno. Pensé que colgaría agresivamente y decidí que comería tomates partidos en gajos casi congelados.

—Que sean siete y la tiene allí. De otro modo no me funciona. Me van a cobrar su trampa.

Esta vez, le di las señas correctas y le hice saber que recién acababa de llegar la policía, merced al crimen de los seis jóvenes (cuatro hombres, dos mujeres) y un pastor alemán). Se limitó a confirmar:

—Estoy cerca. Escuché la ráfaga y la pólvora huele. Ya le llego.

Apresuradamente, tomé la automática de papá que es una Magnum 22 y revisé el cargador. Pensaba amedrentarlo para que saliera corriendo y así me saldría gratis. No se me cruzó por la cabeza que eso me daría problemas con la infección de policías que habían tomado la calle; casi cincuenta.

Me la guardé bajo el cinturón y tomé dos vasos de agua.  Esperé en la puerta mientras notaba que el picor de las hormigas invisibles seguía en ascenso. Ya me alcanzaba ambas ingles, lo cual es cosa desesperante, pero me niego a rascarme en público.

Vi llegar al jefe de ustedes, ése que diferencia sicarios y aficionados.  Creo que no llegó a entrar en la casa: venía descompuesto.  Suele pasar que hay gente a la que le da miedo la sangre, las escenas macabras. Entonces, busco un jardín del vecindario que tiene una mesita con sombrilla y se sentó.

Casi de inmediato, la prensa golosa, glotona, ávida de la nota roja que sube el rating lo asedió. Justo en ese momento, yo recibía mi pizza, pero le decía al corredor que se acercase al pasillo por el dinero.

El ingenuo me hizo caso. Por ende, tan pronto estuvo fuera del foco público, lo encañoné:

—Mirá, hijue…

No tuve tiempo de nada, el arma se disparó sola. Le atravesó el cráneo porque yo se la había puesto en la sien. Afortunadamente, cayó silencioso sobre el zacatillo del pórtico y allí, por el rosal, se desparramaron los sesos.

Eso quiere decir que me dio tiempo de saciar el hambre. Comí a la carrera media pizza de hongos y la bebida gaseosa. Tuve la idea de escabullirme, pero algo me había dejado los pies adormecidos. Quizás, los piquetes de hormigas que yo calculaba pasaban los veinticinco a esa hora.

Llamaron a la puerta y ya supe que no tenía escapatoria, Habían tres malditos tombos en la puerta y una decena de suceseros empujaban para abrirse paso. De inmediato, me tiré al piso y me dieron unas cuantas pataditas. Nada, es que siempre he sabido que los policías mantienen ese salvajismo infantil que al resto de los adultos nos es prohibido.

Cómo puede verse, no tengo defensa. Y, sin embargo, el alegato de su jefe diría que yo soy asesino ocasional. Tal vez no debiesen ficharme, sino anotarlo como una contravención. Un “no lo vuelva a hacer”, una palmadita y una nota a mi padre. 

Y ojalá este papeleo termine pronto porque el sábado tengo examen de redes Cisco y no he tocado los libros y vamos por martes. Es un piñazo, ¿sabe?

Ahora, no me diga que a usted no le da cólera la impuntualidad del reparto.  Semanas atrás me ha pasado un par de veces que iba hacia el cine y el maldito uber me ha cancelado luego de cinco minutos de espera. Que eso sirva de atenuante porque hoy día cualquier ofensa es pretexto para que la agresividad se multiplique sabe.

También quiero quejarme de la asimetría del sistema que deja impune al par de cabrones que se echó al pico a los ambientalistas y me pretende detener a mí, que soy tan sólo un activista individual por hacer aquello que me dé la gana.

El epítome de Nietzsche, el superhombre.

Algo así como un huevo de Milei, un trastornado.


viernes, 20 de septiembre de 2024

FOTOGRAFÍA DE UN INTERVALO RESPIRABLE

FOTOGRAFÍA DE UN INTERVALO RESPIRABLE

 

Hoy me arranqué del celular y llueve

En la esquina tengo amigos que conversan

Que también han decidido arrancarse el cableado

La tortura de la opinión ajena y del consenso

Hoy podemos comer una dona y hacer chistes

Un perro se echa a nuestra orilla

Nos turnamos para acariciarle el pelambre

Y dejamos caer una galleta

Ha cambiado el olor de la ciudad y huele a lluvia

El calorcito del local nos reconforta

Hay música de jazz en la consola

Pero opera con bajos decibeles

El hombre de paraguas cruza enfrente

Va junto a su hijo conversando

Las gotas derriten en los vidrios

Me pregunto dónde han huido las palomas

Es lo único que falta en mi recuadro

POEMA DEL DÍA

BITÁCORA DE UN EVENTO FALLIDO

 

Aunque no vino nadie

Ni siquiera los autores

Les recuerdo que anoche presentamos

La antología universal de la palabra democracia

Autores hay de todo en este libro

Casi ninguno inteligente

Pero han nacido en buena cuna

Y eso los hace imprescindibles

Lo cual no quita que sean peligrosos

Tienen como hobbie la mentira

Constantemente se apuñalan mutuamente

Y si es en un callejón alguno muere

Suelen aliarse con recelo

Tienen como propósito monedas

Pero dicen que Judas era un barato

Que treinta de ellas se las gastan en las putas

Y tardan tres segundos en ganarlas

Ahora la lengua es su arte de serpiente

Engatusan lamen contaminan

Y suelen echar la culpa sobre el otro

Desde haber dejado un plato sucio

Hasta haber provocado un genocidio

O provocar el hambre de los chicos

No le tienen miedo al poder

Tal cosa dicen pues son particularmente transparentes

Por eso se tapan con ropas perfumadas

Y maquillan el pus con el lenguaje

Uno les diría héroes de la patria

Habrán tenido tareas anoche ilimitadas

Quién les habrá dicho que venía la justicia

jueves, 19 de septiembre de 2024

POEMA DEL DÍA

SUJETO CON RUMBO AL DESENCANTO

 

El sujeto que baja por las gradas

Pero tarde descubre que ha olvidado su equipaje

Haría bien en desprenderse del camino

Para recolectar agua y alimento

Y dar por cerrado los regresos

El hombre que baja por inercia

Sabe que ha agotado facultades

Y quiere posiblemente una sombra bajo el árbol

Y la compañía apática de ardillas

Sabe que no hay recompensan que le muevan

Todos los acertijos los conoce

Aunque nunca conoce la respuesta

Considera que hay mucha trampa en el.misterio

Casi siempre se miente en la respuesta

Tiene claro que todo es ilusorio

Bien podría haber inventado sus recuerdos

 

 

 

 

miércoles, 18 de septiembre de 2024

POEMA DEL DÍA

LA EVOLUCIÓN MARCHA EN REVERSA

 

El hombre que caminaba sobre el agua

Ha dejado de hacerlo en nuestro tiempo

El espacio que ha ganado la basura

Le ha dejado obstruidos los senderos

Además es más cómodo usar tenis

Hasta se mira cool con camiseta y gorra

Y ya casi no quedan pescadores

Dice que un par de veces ha querido atropellarlo algún pesquero

El hombre que caminaba sobre el agua

Ahora de gafas oscuras tan anónimo

Toma una cerveza artesanal con sus discípulos

Lee el Journal de Wall Street y libros de finanzas

Y no siente mayor remordimiento

Si le dicen que le pertenece la basura

A menos que en la bolsa se coticen en toneladas

Nada queda del hombre que caminaba sobre el agua

Ahora es yuppie tribal toma pastillas

Probablemente consuma proteína

Y haga cardio y trote antes del alba

Tan vendido al sistema tan moderno

martes, 17 de septiembre de 2024

POEMA DEL DIA

DIVAGACIONES DE FULANO A LAS TRES DE LA TARDE

 

Voy a hacerme un café instantáneo

Y a tomarlo despacio en la poltrona

Entretanto bombardean la franja de Gaza

Nosotros escuchamos la palabra democracia

Y suponemos que el mundo marcha en orden

Esto es fácil de explicarlo

Si abres la nevera no te encuentras con heridos

Sino con un pavo debidamente procesado en lonjas

Mis vecinos son extremadamente peligrosos

Pero no se muerden entre pares

Ni siquiera se cuestiona de dónde sacan el dinero

Para nunca haber trabajado en tantos años

Aunque algunas labores de sicarios

Parece ser obra de los grandes

Esto es fácil de explicarlo

El trabajo sucio siempre cae sobre pobres

El otro ni se ensucia

Mientras hacen la sobremesa con un whisky

A la nena de seis años le han cercenado su familia

Y su casa ha sido bombardeada hasta borrarse

Yo creo que tengo asco de mí mismo

Todo esto está pasando sobre el mundo

Parece que nada de mí puede cambiarlo

Ni siquiera me atrevo a conversarlo

Porque puede costarme cien amigos

Yo digo que esto es fácil de explicarlo en dos puntos

Primero estoy en la zona de confort estoy en venta

Segundo soy un cobarde a secas como todos

lunes, 16 de septiembre de 2024

fragmento de novela en proceso

UN ESCRITOR VUELVE A LOS CAMINOS

 

Saludos, Joel.  Mamá y papá te mandan abrazos.

Entiendo que el clima allá anda extremo y hay días que ni se puede salir. Ni modo, lograr metas implica someterse a condiciones no elegidas que, muchas veces, son adversas por definición.

Por eso es que no llegan todos a la meta.

Mucha paja, hermano. Dejáme contar la semana.

Llego a la panadería a eso de las ocho y lo que queda son unos palillos de queso que en mi puta vida volvería a comer. Los llevé a la oficina para el café de las tres y por eso estuve dos días sin ir al trabajo. Me puse azul, amarillo, verde y las carreras al baño y los vómitos me desgastaron durante la misma noche de la ingesta. Martes y miércoles estuve mejor controlado, pero con picos de fiebre que me hacían temblar la mandíbula.

Luego, el resto de la semana fue estable. Y aquí estoy, de nuevo lunes, en la fila del pan para hacer la compra porque no puedo estar caminando kilómetro y pico para ir a otra panadería, aunque ésta me predisponga.  Es mucho tiempo y podría tener una experiencia parecida… ¿Acaso algo me garantiza la inocuidad de aquello que no conozco?

Ya lo dice el refrán: “mejor malo por conocido…”

A vos te suena a mediocridad, y tenés razón. Lo que pasa es que no es muy distinto a la actitud de cualquier individuo en lo cotidiano: le llaman cortar por lo sano, tomar el camino fácil y yo puedo entenderlo bien. Hay esfuerzos que parecen desmesura en el sentido de que por comprar una manita de pan de bollito no recompensa media hora de viaje y sudoraciones.  Imagináte que hasta llueva y vos regresés con tu recompensa inútil, empapada.

¿Quién se come un pancito empapado en lluvia? Nadie.

Ah, anda un puma suelto por el barrio, pero nosotros no lo hemos visto. Alguien subió el vídeo a redes y puede verse husmeando en garajes y caminando sobre los techos de algún residencial cercano a altas horas de la noche. Es normal, porque mirá que están deforestando más intensamente que cuando gobierna la derecha moderada. Ahora, la retórica oficialista se hacia la ley por el tuje  —así vi en una telenovela que dicen los argentinos al culo— porque lo que importa es el chance de hacer negocios.  Hay una playa hacia el oeste que tiene unos bosquecitos preciosos. Ya los hijos de puta dieron orden de talar nueve hectáreas para edificar cerca de cerca torres de apartamentos. ¿Te imaginás la fauna perdida, los problemas de agua, la selva de cemento que va a sustituir a la vida? Pues una mierda y aquí es tan alienada la gente que piensa que cuando los ricos se forran, es porque pronto les va a llover un dinerillo extra.

Pistola.

Ah, no te dije todavía, pero me caso. Cosa de cuatro meses lo más. Ya Calixto habló con los viejos y estos aprobaron, aunque mamá —yo me doy cuenta clarito— le tiene mal de ojo, inquina, a mi novio por ser un tanto no blanco.

Bueno, a ver si le ponés al estudio, para que volvás en un par de años con tu doctorado en robótica puesto que todos te echamos de menos.

Una pena que no estés en mi boda.

Te quiero, panzón.

Diana

 

—Ya es mucho joder, Petra. ¿Cómo que por qué no le puse todo el diseño de un correo electrónico al texto? Porque es una novela, entendéme. Lo de poner de,  para y asunto  hasta reproducir el esquema de una pantalla no aporta nada; es recurso válido en lenguajes visuales porque está allí y tan sólo hacés la captura.

En la escritura, no. A menos que seás defensora de horrores, como cuando Laura Esquivel intentó aquella novela con un CD e intervenciones visuales, lo cual no es más que un recurso de marketing.

Y fue un fracaso.

—Mirá, con razón nadie te publica. Vos perezoso, si querés te sembramos un eucalipto en el parqueo. Lo que pasa es que lo que tiene mejor pinta, se vende mejor así sea mierda.  ¿Viste esa vaina del Diario de Greg? Pues le hacían las liniecitas corrongas y la gente compraba el producto.

—Ése es el punto. Me estás hablando del libro mercancía. La gente que compra un libro porque se ve bonito en la estantería, por una gran portada empastada o porque lo puede hojear cuando quiera con cierta frivolidad porque lo interior no es importante.

En mi época no era así. Conocí libreros que reparaban los libros que venían con una página fallida con pegarle en el espacio una fotocopia de lo faltante. Casi nadie se quejaba por un lomo roto o una esquina torcida, a menos que fuese un consumado tacaño y quisiese mal pagar por el texto sin que se notase su mezquindad.

Es más, las librerías tenían polvo, mucho polvo y la gente se limitaba a sacudir los lomos y a abrazar la compra para llevarla hasta la caja para cancelar.

—Mirá, yo creía que era más vieja que vos, pero eso nunca lo vi.  Estás demasiado viejo, Vivas.

Maldita Petra, sabe que me lastimó eso. No por viejo, sino porque me he descuidado tanto que parezco tener reuma prematuro, fatiga crónica, la agilidad de una tortuga.

Entonces decidí que era tiempo de irme. Ya después le pediría por escrito los comentarios, pero eso de diagramar un correo para que se vea nice, nunca.

—Petrita, me sellás el vale del parqueo, por fa.  Y ponéle una nota para que den un par de horas más.  Tengo que pasar a comprar zapatos…

La infeliz puso el sello, escribió algún garabato en la boleta y estiró la mano. Yo me limité a sonreír aunque ella simulaba mirar el ordenador para no hace contacto visual.

Tan pronto pude me alejé, pero la escuché murmurar:

—Mirá quién habla de tacaños. Cada vez que pasa por acá se vacía el frasco de confites…

En la sala de espera, acomodados en un taburete para tres personas, ocho escritores indigentes esperaban su turno para ser atendidos por la gerente de Comas Negras, la señora Romero, que había decidido volver a las prácticas ancestrales de buscar textos sin padre que se pudiesen foliar y engomar como si tuviesen estructura. De hecho, recuerdo que una vez me contó la idea de vender como novelas recetarios de cocina de la Abuelita del horno. O viceversa, siempre me confundo en todo.

 

miércoles, 11 de septiembre de 2024

RECOMENDACIONES PARA NO SER ALCANZADO POR UN RAYO

En nuestro buzón de sugerencias

Nos llega carta de un amigo agonizante

Permanece en cuidados intensivos

Lo ha chamuscado un rayo hace semanas

Eso es triste inevitable nos dice el director

Que sin embargo corresponde darle una respuesta

Nuestro equipo editorial ha debido sentarse con aplomo

Y ahora les presentamos el informe

a.       Corra más rápido que el rayo recomienda el adolescente mensajero

b.      Hágase una cubierta de cerámica dice doña Sara la artesana

c.      Hágase una limpia con orégano el guarda de la entrada

d.      No salga de noche ni de día si no están techados los caminos   un papelito anónimo venía en los confites

e.      Un triple caldo de gallina y una pacha de whisky a fondo blanco anota mi jefe que es borracho

f.       Embárrese de aceite totalmente, así el rayo resbala o usted posiblemente se flambea

g.      Viaje al espacio y duerma en la estación espacial

h.      Esto se basa en que los rayos nunca caen hacia afuera del planeta

i.       Rece huevón y rece mucho a ver si Thor de verdad no es puro cuento

j.       No se olvide de conseguir un acumulador y de un contrato puede venderle la energía a las potencias

k.      Escóndase un par de metros bajo tierra no olvide aislarse en un recipiente de madera

y la recomendación más sensata que tenemos

evite el lugar donde va a caer el rayo por lo menos treinta de minutos de antemano

Lamentamos si a pesar de todo un rayo a usted lo desintegra

Usted debe comprender que no sabemos todo

Afuera hay tormenta rayería y mucho viento

Nosotros buscamos soluciones

Pero siempre nos alteran los relámpagos

Si algo le ocurre compañero

No olvide darnos aviso de su entierro

martes, 10 de septiembre de 2024

POEMA DEL DIA

EL FUTURO ES SIEMPRE MAÑANA

 

Si vienes mañana te prometo

Que el sol sale para todos más contento

Y no tendrás problemas de trabajo

No va a faltarte ni casa ropa ni alimento

Si vienes mañana

Pero antes trabaja barato para el amo

Paga impuestos cada vez que compras la comida

Alumbra tu casa con candelas

Muérete de contaminación y de cáncer y de olvido

Levántate zombi moribundo

Pero primero reza cada noche

Al dios validador de la miseria

Corre  a trabajar en tu oficina en el campo las industrias

Para dejar sembradas parcelas de futuro

Si vienes mañana

Será que no te has muerto date cuenta

Pero podrían traerte ya cadáver

A reclamar tu premio en esta historia

Cabrones son tus nietos 

                                         majaderos

Que nada entienden de humoradas de los ricos

Laberintos truncos, apuntes de nada :  24 de setiembre 7 p. m. El Farolito CCE

Laberintos truncos, apuntes de nada :  24 de setiembre 7 p. m. El Farolito CCE:   24 de setiembre 7 p. m. El Farolito CCE

viernes, 6 de septiembre de 2024

NARRATIVA

NO LLAMEN A EMERGENCIAS POR CAPRICHO

En el escenario uno, un perro salchicha escarba en la jardinera de su ama, una anciana octogenaria. Siempre lo ha hecho, pero esta vez procede con mayor vigor merced a haber ingerido algunas sobras de una maldita bebida energética que ha sido derramada en su tazón por alguna mano de malas intenciones.

En el escenario dos, la roquita dueña del perrito, limpia un feroz cuchillo de cocina que ha recién utilizado para destazar un cerdo pequeño, el cual ahora hace hervir en una olla, apenas tapada, junto a enormes rodajas de cebolla.

Si este narrador estuviese allí, volvería la panza pues odia la peste de la carne de cerdo.

En el escenario tres, en la estación de policía, el detective Siles está masticando chicle intermitentemente. Lo saca de su boca para masticar su sánguche de mano de piedra y beber café con leche. Luego lo vuelve a habilitar para entrenar sus mandíbulas:  su sueño es forzar los músculos hasta tener una quijada Schwarzenneger o, por la menos, la del dibujo agente de la CIA que protagoniza American Dad.

En ese momento suena el teléfono y es la secretaria de recepción que reparte las tareas la que dice:

—Pepe, te toca a vos. Salí volando porque hay un 10-11 en curso.

—Enterado— responde Josԕ mientras vuelve a pegar el chicle bajo el escritorio y recoge su arma.

 

En el escenario uno, nos enteramos que el salchicha obedece al apelativo de Juan Salvador Pelota, no por burla, sino por ignorancia de su ama que oyó hablar de un librito de nombre parecido cuyo tema era la libertad. La idea le agradó y se lo encajó de modo similar a lo que oyó, ya en su condición de tapia humana hace unos seis años.

En estos momentos, JSP abreviatura de esta noble criatura, está ladrando al policía que ingresa a la casa de la Rugama, la que se encuentra en la sala partiendo papas en juliana a las que suma otras tantas rodajas de variados tubérculos.

JSP ve la puerta de la patrulla que permanece abierta y, acto seguido, va a sentarse en el asiento del piloto.

En el escenario dos, doña Emilia Rugama se incorpora para abrir la puerta, luego de escuchar el timbre de puerta que ha sonado por segunda vez. En la primera ocasión dormitaba sobre uno de esos cuchillos desaforados que la gente compra sin necesidad porque pasan la publicidad en un canal de cable. Afortunadamente, aunque hay un charquito rojo, nos enteramos que es de tabasco, porque ella ha salido ilesa de reposar sobre el arma o instrumento de cocinero de pose.

En el cruce del escenario uno con el dos —puta, el umbral de la puerta, ¿cuál otro? — el señor Siles saca su carné (porque la policía local no tiene presupuesto para plaquitas metálicas) y la octogenaria decide seguirle el juego sin entender qué pasa.

Al final, entran todos (la señora, el detective jefe y un ayudante, un cámara que se encarga de documentar todo y el perro policía Puños, que mira con tal desdén a su par salchicha que ni se preocupa de ladrar para identificarse).

El asistente descubre fuertes rastros de sangre en la cocina, sobre todo en la pileta y en algunos cuencos accesorios donde la señora depositaba diferenciadamente los cortes del animal masacrado.

—Doña Emilia, ¿estaba cocinando?

—Pues sí, preparaba un puchero. Estoy agotada.

—Tenemos una denuncia por maltrato animal.

—No entiendo. Yo solamente maté un chanchito para el almuerzo. Van a dar las once y no termino.

—Alguien la denunció. Seguramente el chanchito ha gritado.  Es espantoso oír gritar un animal de ésos— Siles olfatea en dirección a la cocina.

—Toda mi familia ha matado así los animales. Una puñalada honda sobre la nuca, así nos enseñaron.

—¿Y no hace chicharrones? — inquiere el asistente.

—Me patean la vesícula, no puedo— responde Emilia.

“¡Qué ganas de decomisarle esa olla…!” — piensa el infeliz detective al que la tripa se le empieza a insolentar.

 

En el escenario dos, JSP termina por descubrir un túnel amplio que va a dar a un corredor de la Penitenciaria Central, de tal forma que luego de caminar dos horas, aparece ladrándole a un oficial penitenciario que decide recluirlo por ser un posible portador de drogas.

 

En el escenario uno, el cámara ha apagado su equipo y el detective, su asistente y el perro policía se disponen a comer, no sin antes amordazar en su habitación a la pobre vieja. Acaban con todas las verduras y una olla de arroz que recién ha sido preparada.

Siles ordena al colaborador que se encargue de borrar los indicios para que nada los incrimine. Alfredo, que así se llama y no de otro modo, pues obedece a pie juntillas. Lava ollas y platos, enjuaga, recoge sobras y papeles y con ayuda de una pala va a la jardinera y allí deposita los sobrantes. Y para hacer la escena impecable, devuelve a su lugar la tierra que el perro había desplazado.

 

En el escenario tres, el calendario sugiere que han pasado quince días y, de nuevo, a Siles le es asignado acudir a la casa de doña Emilia Rugama, que ha sido encontrada muerta y amordaza en la habitación del segundo piso.

Aparentemente, en estos días habrían ingresado a robar, pero es imposible detectar qué objetos faltar pues la señora de marras no vivía mal, pero tampoco tenía posesiones ostentosas.

Acaso le hayan robado joyas, no obstante, nada del escenario lo confirma. Ni siquiera rastros o huellas de un invasor.

Al llegar a escenario dos, Puños nota la ausencia de JSP, pero se lleva tan mal con la poli, desconfía tanto de sus pares que prefiere guardar silencio.

No obstante, lo primero que hace es dirigirse a la cocina.

 

jueves, 5 de septiembre de 2024

POEMA DEL DIA

FAILED CITY

 

La ciudad asimétrica y podrida

Con centenas de casas olvidadas

Donde ladran famélicos caninos

Hay viejos temblorosos en la acera

 

Tratan de morder pan entre los sueños

Y los ladrones jóvenes les roban

Sus escasas monedas y las medias

Mañana por la tarde se habrán muerto

 

Sumarán al olor de las cantinas

La peste de la carne y de la orina

Mientras al sol el humo desdibuja

 

Así es esta ciudad un cementerio

Por dondequieras miras ratas muertas

Es su paleta gris con negras grietas